lunes, 14 de noviembre de 2011

EL K - Pop

12 de noviembre de 2011
"El K-Pop: la importación coreana más inesperada" 
No habla directamente de TVXQ, pero sí del K-pop en Chile :)

Hay más de 300 grupos de baile en Chile que recrean las coreografías de grupos como Super Junior y Girls Generation. Lejos de la rupturista estética japonesa, el pop coreano apuesta por ser lo más occidental posible.  


Javier Contreras 
No es novedad que la cultural oriental haya lanzado una particular contraofensiva a Occidente. Su comida, su espiritualidad y, por sobre todo, su tecnología, se han colado en el modo de vida de este lado del mundo. Quizá sea el animé uno de sus más fuertes elementos de penetración. ¿Quién no recuerda dibujos animados como Candy, Robotech, Dragon Ball o incluso Pokémon? Todas obras de ese género de animación que, con sus ojos grandes y piernas largas, de alguna manera seducían con una visión de mundo distinta, que hablaba del ying y del yang, de un equilibrio que Occidente no podía ofrecer.


Desde los 80, el animé ha comandado esa invasión oriental, y miles de niños y jóvenes de Estados Unidos, Europa y Sudámerica, desde entonces, se han convertido en devotos de la cultura sobre la que descansa: la japonesa. Como efecto colateral, también se generó una fiebre por la música de Japón. El animé siempre tuvo estuvo asociado a un ella, ya sea en las cortinas de sus producciones o en la musicalización de las mismas. Grupos famosos de la isla interpretaban las canciones, y su continua exposición en los cortos animados, generó curiosidad en los fanáticos del género. Esa fue la semilla del J-Pop o pop japonés, género que en la última década se independizó de sus raíces, convirtiéndose en un polo de atracción para Occidente tan potente como el animé.


Pero a la par, un vecino de Japón comenzaba a hacerle peso en la carrera por dejar su huella al otro lado del planeta. Corea del Sur, otro gigante asiático de la tecnología, comenzaba a darle forma a su propia industria del entretenimiento. Pero a diferencia del país de los samuráis, los coreanos no veían su admiración a Occidente como algo traumático. Abrazaban la cultura pop de Estados Unidos sin reparos, y así nacieron series televisivas que imitaban a la perfección a sus símiles norteamericanas. O bandas de chicos que emulaban hasta el más mínimo detalle a boy bands como Backstreet Boys o 'N Sync, o grupos de chicas que recordaban a Spice Girls.


Lo que nadie predijo es que este pop "made in South Korea" se convirtiría en el más reciente fenómeno de la cultura oriental en Occidente. Todo partió, cómo no, con el animé. Las series coreanas se hicieron su espacio, y través de ellas, su música. Pero el formato de ésta era completamente distinto al propuesto por el J-Pop. Lejos de la rupturista estética japonesa, el llamado K-Pop proponía un estilo con el que cualquier occidental podía identificarse, con looks y canciones comparables a las de Britney Spears y Justin Timberlake.


"Eso generó un gancho inmediato", cuenta Lorena Roa, representante de ETC TV, canal chileno del cable especializado en animé. "De pronto, nos dimos cuenta de que los televidentes nos pedían canciones de grupos coreanos y nos dimos cuenta de que un fenómeno estaba ocurriendo", revela. Desde 2010 que en Chile se ha gestado un movimiento de fanáticos del K-Pop, el que coordina encuentros a través de las redes sociales. Y no sólo eso. Hay más de 300 grupos de baile en todo el país que recrean las coreografías de grupos como Super Junior y Girls' Generation, verdaderos ídolos no sólo en Corea sino en lugares tan remotos como Chile. De hecho, los videos en YouTube de estos artistas suman más de 100 millones de visitas. "Lo que más me gusta de ellos es que se parecen a nosotros. No tienes que peinarte o vestirte raro para seguirlos, como pasaba con la música japonesa", cuenta Sebastián Carrasco, estudiante universitario y líder de Blue Boys, una de los grupos de baile más populares en el circuito nacional del K-Pop.


Roa apunta que el fenómeno es completamente transversal: "No responde a la lógica de tribus pasadas como los otaku o los visual. Son jóvenes de todas las clases sociales y edades que van de los 15 a los 25 años, que simplemente les gusta la música pop, aunque no la de Estados Unidos, sino de Corea del Sur". Y agrega que el fenómeno recién está comenzando. "Son miles los jóvenes que están escuchando esta música. Todavía falta para que sea un negocio traer a un grupo coreano al país, pero algo importante está pasando acá".


Tan importante, que uno de los principales noticieros de Corea del Sur envió hace poco un equipo a Chile para hacer un reportaje sobre el impacto del K-Pop en los adolescentes chilenos. Como si hubieran salido a terreno a comprobar el éxito de su principal producto de exportación no tradicional.


 Con patrocinio oficial


Para la Embajada de Corea del Sur, el K-Pop se ha convertido en un potente medio para difundir la cultura de su país. Además de impartir clases de coreano para que los jóvenes se familiaricen con el idioma de sus ídolos, desde el año pasado, la institución patrocina competencias para las que convoca a los numerosos grupos de baile chilenos. El último encuentro se realizó el pasado 5 de noviembre 2011, en el Teatro Oriente. "Fue una locura, había más de mil chicos que repletaron el recinto sólo para cantar y seguir las coreagrafías".

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